Bibliografía

Cristina Arribas Sánchez: «Metapostales: el paisaje de la España del boom a través de las postales turísticas». En: Turismo y paisaje / coord. por Ricard Pié Ninot, Carlos Jesús Rosa Jiménez, Iván Álvarez León, Nuria Nebot Gómez de Salazar, 2019, págs. 159-170

Cristina Arribas Sánchez: «Greetings from Spain: La tarjeta postal como documento turístico de la modernidad espaöola de los años 60». En: Estudios Turísticos, nr. 213-214, 2017, págs. 155-184.

Marta Palenque: «Nuevos cauces para la cultura popular: las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer en las tarjetas postales de Hauser y Menet». Demófilo. Revista de Cultura Tradicional de Andalucía, núm. 52, 2022, pp. 79-102.

La historia del origen de las tarjetas postales ha sido narrada en distintos ensayos. Fueron inventadas en 1865 en Alemania por Heinrich von Stephan. Nacieron en Viena, en 1869, y se extendieron en años sucesivos a Europa y América. En España empezaron a imprimirse en 1873. Al principio se concibieron como un medio más barato de comunicación comercial y no llevaban dibujos ni imágenes. Desde 1890 se activó la edición y circulación de postales ilustradas que, adoptando el reglamento de la Unión Postal Universal, mostraban una imagen en el anverso y guardaban el reverso para la dirección del destinatario. El texto escrito del emisor debía ir sobre el dibujo o aprovechando márgenes. Este auge coincidió con el desarrollo de la fotografía. Las tarjetas postales de vistas (es decir, con perfiles de ciudades o monumentos) disfrutaron de una enorme difusión y tienen en el presente muchos aficionados coleccionistas.

La edad de oro de la fabricación y circulación de tarjetas postales se sitúa entre 1900 y 1905, periodo en el que se despertó una verdadera moda, una manía a decir de algunos, por enviar y recibir tarjetas postales ilustradas.La creciente demanda explica las elevadas tiradas, la proliferación de múltiples modelos, el despunte de numerosas casas editoras especializadas y el surgimiento de asociaciones de coleccionismo cartófilo. En tiempos de prosperidad de las técnicas de impresión en la prensa ilustrada, las revistas misceláneas llegaron a editar sus propias series postales; por ejemplo, la catalana Pèl & Ploma o la madrileña Blanco y Negro. Son verdaderas obras de arte por el primor de la estampación o la calidad del dibujo.Perpetuando la tradición de almanaques y aleluyas, en las tarjetas postales los versos y las imágenes formaron pareja desde su nacimiento, aunque también se difundieron narraciones en este cauce. Algo obligado por el corto espacio, eran breves textos, en ocasiones aforismos o refranes, poemitas anónimos, sin preten-siones y escritos para la ocasión. Las combinaciones favoritas fueron los pareados, cantares y coplas, estas últimas corrientes en las “tarjetas costumbristas”. La moda de unir poesía y postales derivó en la confección de pequeñas historietas, en dibujos o en fotografías seriadas y numeradas, que gustaron mucho al público. Los versos se vincularon sobre todo con las llamadas “tarjetas románticas” y las muy populares “tarjetas de niños” o “de fantasía”. Fue costumbre tomar primero las instantáneas para, después, inventar el texto. El mercado extranjero era potente y, desde Francia o Alemania, se distribuyeron tarjetas ilustradas con el espacio reservado a la letra libre y, en España, se sumaba la leyenda (así lo comentan Alonso Laza 98 y Vela Nieto). Muy pronto las casas editoras confiaron a los artistas el diseño de tarjetas para fines concretos (felicitaciones de navidad, cumpleaños…). Pero, fuera de ese uso circunstancial, las empresas recurrieron a la literatura para sus colecciones, incluso reproduciendo poemas largos enteros o composiciones sueltas de un mismo escritor, que se fragmentaban unidad a unidad. Así actuó la tipografía Hauser y Menet, pionera en la creación de productos postales en Espana.

Los suizos Oscar Hauser y Adolf Menet regentaron en Madrid, hacia 1892, un taller de fototipia que terminó por aplicarse a las tarjetas postales. Su extensa y heterogénea producción pretendía satisfacer el amplio abanico de gustos de los compradores. En 1901 su marca era signo de categoría y prestigio. En la publicidad se indicaba, en diciembre de 1902, la edición de medio millón de tarjetas postales al año.Según valora Carrasco Marqués en su catálogo de la industria Hauser y Menet (Catálogo 1992), el mayor tanto por ciento lo constituye la Serie General (un 70%), compuesta por vistas de ciudades españolas de edición propia, además de algunas sobre toros, tipos o grabados procedentes de Blanco y Negro; siguen los encargos de vistas y monumentos para particulares de localidades españolas; y al fin están las series cortas, las más humildes en proporción, entre las que se cuentan las “tarjetas artísticas”, es decir, aquellas que portan dibujos o pinturas, dentro de las que estarían las que califico como “tarjetas literarias”. Entre estas últimas hay colecciones sobre versos de Ramón de Campoamor, José de Espronceda, José Zorrilla y Gustavo Adolfo Bécquer difundidas entre 1901 y 1903 (al respecto, Palenque, “El tren”, “Ephemera”, “Poesía, fotografía”,“No me mandes ”, “Cromos y postales”).Incluso se nutren de música; por ejemplo, conozco una serie sobre LaBohème, de Puccini. Son pocos los ejemplos de prosa: el Quijote de Miguel de Cervantes es la figura estelar (Almarcha, Novo Villaverde). En la época en que el teatro era el principal recurso de ocio, y actores y actrices alcanzaban un reconocimiento popular extraordinario, este género y sus protagonistas fueron mimados en las tarjetas postales de Hauser y Menet (Palenque, “Fotografiar»).

Muestro la imagen de dos reversos, el primero sin dividir (Hauser y Menet); el segundo, dividido (Madrid Postal).

Rubén Darío y las tarjetas postales. Cf. Gorica Majstorovic: «Early 20th-Century Latin American Travel Writing: Postcards for a Lost Utopia». 2019.

En Sevilla, visita Darío el hospital de la caridad para ver cuadros de Murillo y Valdés Leal pero queda desilusionado por el pintoresco barrio de Triana que ve lleno de turistas. En Granada, a Darío le irrita aún más el incipiente turismo de masas, por lo que solicita una visita privada a la Alhambra. De hecho, la crítica al turismo de masas, y a la agencia de viajes Cook en particular, es otra característica clave de Tierras Solares. Se refiere a Granada como «una de las ciudades más frecuentadas por los rebaños de la agencia Cook». En un texto titulado Tarjeta postal escrito en París en marzo de 1903, resume su visión sobre el turismo -cultura de masas, centrándose en su emblema, la postal.

Por eso en todos los puntos de la tierra a que la agencia Cook conduce sus caravanas, encontrareis en abundancia los puestos y tiendas de tarjetas conlas variadas fotografías de los monumentos, curiosidades, personajescélebres, y demás particularidades de la ciudad o pueblo, desde la recóndita China hasta la clara Italia, desde las pirámides hasta el país del Sol de medianoche

En efecto, tarjeta postal es testimonio del impacto que la nueva cultura de masas ha tenido en los escritores modernos: «la comunicación, si escasa por la palabra, es más elocuente por la imagen. Es la ilusión de la presencia». Darío elogia las características visuales de la postal y continúa preguntando ¿cuándo apareció la primera postal ilustrada? Ofrece la siguiente respuesta mordaz: «El uso es reciente y el abuso mucho más reciente aún». Al centrarse en lo visual y, especialmente, al observar el atractivo masivo de la postal como producto de la modernidad, Darío se ve atrapado entre el miedo a las consecuencias negativas de su abuso y el entusiasmo por las nuevas posibilidades afectivas que parecen abrirse para el práctica de escribir postales

Abel Alexander: «Las tarjetas postales en la visión de Rubén Darío, empleado de correos en Buenos Aires». En: https://buenosaireshistoria.org/